Ignacio Fuentes

Ignacio Fuentes
IGNACIO FUENTES

martes, 8 de marzo de 2011

El arbitraje casero de Busacca mete al Barça en los cuartos.

Para muchos otros colegas de profesión e incluso para muchos lectores, este titular no sería objetivo. En el mundo del deporte la objetividad y la subjetividad están muy cerca, tanto que casi se tocan. No es lo mismo narrar un suceso cualquiera, como por ejemplo que las tropas de Gadaffi han matado ya a X civiles, que contar cómo discurrió el partido de anoche u otro acontecimiento deportivo. Dicho lo cual, el Barça se metió ayer de nuevo en otros cuartos de final de la liga de campeones después de jugar otro brillante partido en el que remontó un resultado adverso en dos ocasiones. Y gran parte de culpa de que consiguiera esta gesta, al menos la de remontar por segunda vez el encuentro, fue, ni más ni menos, del árbitro ayer elegido para pitar el choque de trascendental importancia, Massimo Busacca. En la primera parte de encuentro, los de Guardiola, que fueron muy superiores a su rival, obtuvieron una posesión del 70%. Les costó llegar con peligro a la portería contraria, pero no dejaron de tener cerca el balón y asfixiar la salida de los ingleses. Cuando el luminoso marcaba el minuto 45 el árbitro asistente levantó los brazos para dictaminar otros cinco minutos de tiempo añadido, demasiado. En esos 300 segundos Cesc tuvo tiempo de perder el balón en defensa con un taconazo que no venía a cuento, y Messi, como siempre el más hábil de todos, de marcar el primero y clasificar momentáneamente a los suyos. Fin de la primera mitad. 
En el inicio de la segunda, el Arsenal se encontró con un regalo del cielo, con algo inesperado. Busquets remató de cabeza contra su propia portería ante el asombro de la grada, que vio como sin hacer nada para merecerlo el Arsenal empataba el partido y obligaba al Barça a marcar un gol para igualar la eliminatoria, y dos para lograr el pase a los cuarto de final. En ese momento apareció la estrella del partido, el suizo Busacca. No tardó en expulsar a Van Persie, después de que el holandés disparara el balón por un fuera de juego que le habían pitado. La segunda amarilla y a la calle. Adiós al partido, adiós al espectáculo. Con diez jugadores durante más de media hora de encuentro el Arsenal fue una marioneta que los azulgrana movieron a su antojo, hasta que una buena conexión de pases significó el 2 a 1 de Xavi. Eliminatoria empatada. Ahora sólo faltaba la puntilla, el remate final. Y llegó. El colegiado señaló penalty en una acción más que dudosa y Messi, desde los once metros no perdonó el regalo. 3 a 1 y la eliminatoria encaminada. En los últimos instantes de partido el Barça tuvo más ocasiones y sus aficionados sólo sufrieron cuando Bendtner, ariete visitante, pudo marcar si hubiera controlado el balón que le llegó. Tres pitidos, final del partido, eliminatoria resuelta y directos a cuartos. 
Quién sabe si en el descanso, Hans Gamper, fundador del Barça en 1899, bajó a la tierra para hablar con su amigo Busacca. Los dos suizos  llegaron a la conclusión de que lo mejor ayer era que pasaran los locales. Y así fue.

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