Ignacio Fuentes

Ignacio Fuentes
IGNACIO FUENTES

lunes, 25 de julio de 2011

Cadel Evans vence a la tercera en París.

Este año no ha podido ser. Alberto Contador no ha llegado a los Campos Elisios de París con el maillot amarillo de líder de la gran vuelta gala. Su lugar lo ha ocupado el veterano Cadel Evans, que a la tercera ha vencido después de dos segundos puestos en el Tour. Hay que felicitar al australiano por cómo se ha adjudicado la prueba reina del ciclismo mundial. Un corredor que no destaca por su explosividad, que no destaca por sus ataques, que no es considerado un buen escalador, pero que ha sido el más regular  y que nunca ha dejado de mirar al liderato como una fría calculadora. Bravo Cadel.
El Tour de Francia de este 2011 no ha destacado por ser uno de los más exigentes en la montaña, pero sí por la multitud de caídas que sufrieron los ciclistas, sobretodo en la primera semana de competición. El español y triple campeón de la prueba, Alberto Contador, se vio envuelto en dos de ellas. En una perdió más de un minuto respecto a los favoritos, y para colmo se lastimó la rodilla. Los primeros días de una gran vuelta ciclista como lo es el Tour no sirven para ganar la carrera, pero sí para perderla. Alberto dinamitó parte de sus esperanzas a la victoria los primeros siete días, dio esperanzas en la segunda semana con duros ataques y se fundió en la tercera. El año que viene volverá para ganar.
Pero si hay un nombre propio es el de Cadel Evans, el flamante ganador del Tour de Francia 2011. Con un equipo inferior al Leopard Trek de los hermanos Schleck el australiano ha sabido superar esa desventaja con garra y mucho esfuerzo. Ha dado una lección magistral en varias etapas, sobretodo en la etapa reina y en la última contrarreloj, donde se enfundó el maillot amarillo final.
Los Pirineos dejaron en los seguidores una sensación un tanto amarga. Pocos ataques y sobretodo mucho miedo. Los hermanos Schleck muy pendientes de Contador, que hasta entonces era el rival a batir, y los demás favoritos aguantando el tipo sin descrontolar la carrera. Estos importantes aspectos favorecieron al hasta entonces líder, el francés Voeckler. A medida que iban pasando los días el ciclista no dejaba el amarillo y sus paisanos creyeron en el milagro, verle en los campos Elisios como gran vencedor. Pero entonces llegaron las tres etapas de Los Alpes,que decantaron la ronda gala hacia otros competidores: los hermanos Schleck y Evans. En la primera de ellas el español Alberto Contador, con ayuda de su gran amigo y a la postre ganador del maillot de topos de la montaña, Samuel Sánchez, intentaron por todos los medios atacar e irse de los favoritos. Consiguieron escapar junto a Evans e hicieron un descenso arriesgado con el que sólo arañaron unos segundos en la meta. El gran esfuerzo no encontró recompensa. Al día siguiente la etapa  reina no dejó a nadie indiferente. En el segundo puerto del día y a más de 60 kilómetros para meta el pequeño de los Schleck, Andy, imprimió un fuerte ritmo y se escapó en solitario. Por el camino encontró aliados, que se habían dado a la fuga pronto en la jornada y llegó a la última ascensión del día, el Galibier, con otros dos corredores, a quienes dejó a pocos kilómetros del final para conseguir una gesta que no se veía desde los tiempos de Perico Delgado. Por detrás sólo Evans tiró como nunca para intentar dar caza al luxemburgués y con un gran sacrificio logró acortar la distancia hasta dejarla en dos minutos. El nuevo líder a falta de tres jornadas era el pequeño de los Schleck, gracias a la gran victoria en el mítico Galibier.
El último día de los Alpes transcurrió sin demasiados imprevistos y sólo Contador, que lanzó un ataque a más de 90 kilómetros de la llegada, dio espectáculo. Los hermanos Schleck y Cadel Evans llegaron juntos, con lo que todo quedaba por decidirse en la contrareloj de Grenoble. Ahí fue donde Evans dio el golpe final encima de la mesa. Necesitaba sacar casi un minuto a Andy Schleck si quería ganar en París y con una frecuencia de pedaleo asombrosa le quitó más de dos. A punto estuvo de ganar la etapa, que logró el especialista Martin, pero logró su objetivo. Emocionado subió al podio y miró al cielo. Había conseguido por fin ganar el Tour de Francia después de dos segundos puestos. A la tercera venció.

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