Ignacio Fuentes

Ignacio Fuentes
IGNACIO FUENTES

martes, 21 de diciembre de 2010

La importancia de no tutear y hablar de usted.

La afición del Espanyol volvió a ser esa que todo equipo de primera quisiera tener consigo. El estadio de Cornellà el Prat se abarrotó para recibir al máximo rival y enemigo, el Barça, y  en las gradas lo de siempre, multiplicado por dos: colorido blanquiazul, cánticos, la grada joven repleta de hinchas desbocados con su equipo y una gran ilusión, que no era otra que derrotar al enemigo. Pero no pudo ser. La octava victoria en el feudo espanyolista tendrá que esperar, al menos hasta el próximo partido en Cornellá. No basta con tener una hinchada volcada con el equipo cuando se juega con un equipo que ya hace años practica el fútbol de memoria, al primer toque y a esa velocidad endiablada que ni el mismo corre caminos puede seguir. Ya lo dijo Dani Alves en rueda de prensa hace unos días cuando le preguntaron por la valoración que le ponía a su equipo. "Yo le pongo un doce de nota", decía el brasileño respondiendo a las palabras de Mourinho cuando comentó que le ponía un once a su trabajo como entrenador en el año. Y así fue. Una afición de diez, con una ovación a Andrés Iniesta que puso a más de un culé los pelos de punta, no pudo con un equipo de doce. 
El conjunto que dirige Mauricio Pochettino pecó de algo que viene siendo habitual en los enfrentamientos que muchos equipos tienen con el Barça: ser uno mismo.Tutear y no dirigirse de usted.  Me explico. El Espanyol viene practicando un fútbol de ataque y posesión de balón, al menos cuando disputa sus partidos en casa. Con esta filosofía ha conseguido ganar siete de sus ocho partido en Cornellá. Hasta aquí todo correcto. Ahora bien. Cuando delante tienes a un todo poderoso Barça hay que pensar en bajarse los humos y tirarse para atrás. No es malo claudicar y preparar un match de diferente manera. Un claro ejemplo lo tenemos en el Inter de Mourinho. El portugués, en esas semifinales de la Champions la temporada pasada, divisó que no podía jugar de tú a tú contra los de Guardiola. En el partido de ida presionó en medio campo, fue duro defensivamente y salió rápido a la contra. Los italianos ganaron por tres goles a uno. En la vuelta, con el "average" a favor se encerró en su propia área y perdió por uno a cero, llevándose la eliminatoria. El delantero centro de los neroazzurro, Samuel Eto'o, fue un lateral más aquel día, algo impropio de un equipo de Mou. Pero la táctica surgió efecto. El Inter no fue fiel a su estilo y ganó. De eso se trata cuando te enfrentas al Barça, de no ser uno mismo, de encerrarse atrás, de jugar al anti fútbol, y a partir de ahí con mucha suerte intentar sacar algo positivo. En ocasiones, la mayoría de los casos, tampoco se podrá ganar o empatar, pero al menos obligas a esa máquina de hacer fútbol a emplearse más a fondo en su intento de generar juego. Eso le pasó al Espanyol el sábado en Cornellá. Intentó     tutear a su rival y falló. Presionó arriba, dejó espacios, adelantó la defensa y fue aniquilado. Eso mismo le ocurre al Arsenal de Cesc Fabregas cuando la Champions League depara un enfrentamiento con sus colegas azulgranas. Los "gunners" juegan a lo que saben y se llevan una paliza monumental. Eso mismo le ocurrió al Madrid de Mourinho en el Camp Nou. Era el líder, la prensa presionó demasiado para que jugase como venía haciendo y se llevó una manita. Seguro que en la vuelta del Bernabeu el luso plantea otro tipo de enfrentamiento. Algo más parecido a lo que planteó con el Inter o lo que planteaba con el Chelsea. 
Mientras haya un equipo de otro planeta, en este caso el Barça, debe de haber un equipo anti fútbol enfrente. Es la perfecta combinación para un partido de este calibre. Mientras tanto, de mano en mano y sigo jugando. Y sino menos tutear y más hablar de usted.

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